Hemos escuchado mucho sobre las tarjetas revolving en los últimos tiempos. Muchos consumidores han presentado reclamaciones sobre sus tarjetas revolving vigo e incluso han salido sentencias. Pero todavía hay muchas personas que ignoran que son exactamente este tipo de tarjetas.
Las tarjetas revolving son tarjetas de crédito que funcionan de una manera muy habitual en este tipo de tarjetas. Veamos con un ejemplo cuál es ese funcionamiento: tienes una tarjeta con un saldo de 1.000 euros y decides comprar con la misma algo que cuesta 200. Te quedaría un saldo de 800 euros para gastar.
Imaginemos que tienes contratada tu tarjeta de modo que tus recibos mensuales sean de 20 euros. Cada mes, te pasan 20 euros a tu cuenta y de esos 20 euros una parte son intereses que, directamente, se queda el emisor de la tarjeta. Otra parte, es la devolución de capital.
Pues la parte de devolución del capital pasaría de nuevo a formar parte del capital disponible para gastar. Es decir, una vez abonado el recibo, tu saldo disponible sería de 800 euros más la devolución efectuada. Por ejemplo, 817 euros (si los otros tres euros fueran de intereses).
En principio, no hay nada malo en este sistema, pero el problema viene cuando el tipo de interés que se aplica es abusivo. Muchas de estas tarjetas tienen intereses que alcanzan el 25%. Teniendo en cuenta que se aplica la fórmula del interés compuesto sobre el capital pendiente, estos intereses son incluso más altos de lo que ya parece de por sí.
El consumidor, al pagar un dinero fijo cada mes, no es consciente realmente de cuánto está pagando de intereses. Sobre todo porque el emisor de la tarjeta suele hacer todo aun más confuso al subir el crédito disponible inicialmente, incluso sin petición previa del cliente. Además, como el consumidor realiza diferentes compras en distintos meses, llega un momento en el que le resulta complicado saber cuánto debe realmente.
En los casos más sangrantes, en los que el pago mensual era muy bajo y la deuda muy alta, algunos consumidores pagaban una cuota que no cubría ni siquiera los intereses generados, por lo que, aunque todos los meses abonaban sus recibos, la deuda aumentaba y aumentaba incluso sin utilizar la tarjeta.
Actualmente, las tarjetas revolving se siguen permitiendo, pero los intereses que pueden aplicar han sido limitados por ley. Y aquellos consumidores que han abonado intereses más altos, ahora o en el pasado, pueden demandar para que se les devuelva lo pagado de más.