Llegar a la hora 

Todo el mundo tiene algún defecto. Yo también tengo los míos, pero, si se hiciese una encuesta entre las personas que me conocen seguro que saldría ganador la impuntualidad. Soy impuntual, toda la vida lo he sido. Y la cuestión es que no sé muy bien por qué. Pero hasta puedo llegar tarde a eventos en los que el único perjudicado por llegar tarde soy yo. Es decir, que no se trata (solo) de que el hecho de no ser puntual afecte a otras personas, sino a mí mismo.

Todavía recuerdo aquella vez que tenía una importante entrevista de trabajo en Vigo. Y tenía más que claro el horario barco moaña vigo que había tomado muchas veces. Pues llegué tarde al barco con lo que llegué tarde la entrevista, que empezó con mal pie, y acabó peor. El caso es que soy impuntual, pero no un mentiroso, no se me da bien poner excusas, así que simplemente dije la verdad, que perdí el barco para llegar y que no había manera de usar otro transporte para llegar a tiempo.

Muchas veces me dicen que llegaré tarde a mi propia boda, pero eso no creo que sea un gran problema, habida cuenta de que es casi costumbre que lleguen tarde las novias, ¿no? Pues yo también tengo derecho. Vale que la escena de la novia esperando y el novio entrando después sería toda una novedad en la liturgia de una boda, pero quizás creo tendencia.

De cualquier manera, y hablando más en serio, en los últimos tiempos he tratado de poner remedio a mi impuntualidad, intentando explicarme cuál es la causa que me lleva a serlo. Y creo que se trata de una mala organización y una pérdida de la noción del tiempo. Es decir, que no se trata de dejadez o poca motivación. O sea, yo sabía el horario barco Moaña Vigo y quería coger a tiempo aquel barco porque la entrevista era muy importante, pero en un momento dado perdí la noción del tiempo mientras me preparaba y cuando me di cuenta ya estaba tarde. Así que será cuestión de comprar un reloj de pulsera y mirarlo más a menudo, sobre todo en situaciones decisivas.