Cáncer de páncreas: tan peligroso como dicen

El cáncer de páncreas es uno de los más temidos porque está considerado popularmente como uno de los más mortales. ¿Está justificado este temor? Lo cierto es que sí ya que el 80% de las personas que sufren este tipo de cáncer acaban falleciendo. Y esto incluso contando con todos los medios económicos para combatirlo, como fue el caso del célebre Steve Jobs o de la cantante Rocío Jurado en nuestro país.

El páncreas es un órgano muy pequeño y que está situado en el interior del cuerpo, por lo que no es posible detectar los tumores mediante palpación. Además, tiene la capacidad de trabajar sin dar demasiados problemas incluso cuando hay un tumor de cierto tamaño en su interior. Por eso, es complicado detectarlo y cuando se hace es porque ya ha afectado a otros órganos, principalmente al hígado. Normalmente, la causa de muerte suelen ser las complicaciones que implican a estos otros órganos más que el páncreas en sí mismo.

Incluso cuando se detecta a tiempo, el problema del cáncer de páncreas es que una vez extirpado parte de este órgano, suele reaparecer al poco tiempo. Se calcula que solo un 15% de las personas a las que se les detecta un tomor de páncreas a tiempo se recuperan totalmente. El resto vuelven a sufrir este problema y acaban degenerando en metástasis en el hígado o en los intestinos. El fallo hepático es la causa de muerte más habitual.

Tampoco hay hábitos de alimentación o de salud que puedan ayudar a evitar específicamente el cáncer de páncreas. No fumar, mantenerse en un peso adecuado o no ingerir demasiado alcohol son las indicaciones de los médicos, pero son exactamente las mismas que se ofrecen para muchas otras enfermedades. No hay nada en concreto que se haya demostrado que puede tener una incidencia directa sobre el cáncer de páncreas.

Los antecedentes familiares son uno de los factores que más pesan para padecer esta enfermedad, por eso si en la familia ha habido casos de cáncer de páncreas se recomienda realizar controles periódicos, sobre todo a partir de los cuarenta y cinco años, ya que se considera que la franja de edad con más riesgo es la comprendida entre los cuarenta y cinco y los sesenta y cinco años. El médico indicará que pruebas se deben de realizar para llegar un control adecuado de este problema.