Tengo un amigo que lleva opositando a bombero desde que el mundo es mundo. Si echo la vista atrás, el pasado se vuelve brumoso hasta el punto de que no sé si el Génesis de la Biblia fue posterior a que mi amigo empezara a estudiar su oposición. Y ahí sigue, con Matusalén muerto, dándole al tema de la Constitución, tema que aparece hasta si opositas a picapedrero, ¿no?
Está claro que no es una oposición sencilla, tanto a nivel de temario como de pruebas físicas. La última vez que nos vimos me explicó por septuagésimo quinta vez las dificultades que entrañaban estas oposiciones en relación a otras. Y mientras estuvimos desayunando, tocó hablar de la alimentación del opositor.
A veces pienso que si yo me presentase, solo de escucharle hablar a él, quizás no obtendría un mal resultado. Eso sí, con la parte física, por mucho que oiga hablar de dominadas, eso no sirve para fortalecer mi propio cuerpo. Ese es el problema, si no, aprobaba yo por él la oposición de bombero.
Se ha comprado una báscula para pesar los alimentos: dice que está vez va a muerte por la parte física, que lo va a petar. Cuida muchísimo su alimentación. Mientras estábamos en el bar, exigió café descafeinado y leche desnatada y cuando la camarera dudó, él dijo que si no había desnatada que entonces le pusiera una clara de huevo… luego se empezó a reír, pero a la camarera no le hizo mucha gracia.
La alimentación es muy importante en una oposición tan física como esta, eso está claro. Esta vez, aparte de comprarse la báscula de precisión, ha contratado los servicios de un nutricionista para que le ayude en los dos últimos meses. Aunque a mí me parece excesivo, él asegura que no quiere dejar nada al azar.
Al final, la camarera llegó con el descafeinado con leche desnatada y la tostada con tomate natural. Dudo con el chorrete de aceite y, al final, dijo que no, que mejor no, aunque salivó cuando yo lo eché en el mío. A ver si el año que viene, Dios mediante, ya puede echarse un chorrete de aceite… y de leche entera.