Desde hace ya varios años me he especializado en organizar actividades y cursos para adultos, generalmente talleres vinculados con alguna actividad artística como el cine, la literatura o la pintura. Al principio lo veía como algo muy complejo, pero una vez que me establecí por mi cuenta asumí que era mucho más rentable que ser subcontratado por otra empresa como profesor. Eso sí, hay que trabajar bastante más, sobre todo en tareas organizativas.
Uno de los caballos de batalla de cualquier organizador de cursos es el aula. Su ubicación, su estructura, sus prestaciones y su precio serán claves para que la actividad tenga o no éxito. Un aula mal comunicada, mal iluminada, sin sillas cómodas, tal vez resulte barata, pero a buen seguro que echará para atrás a los posibles interesados en la actividad.
No será la primera vez que varios alumnos se quejan de un aula, a menudo por la falta de comodidad de la misma. Por ejemplo, en uno de mis últimos cursos organizado en los locales de una asociación de vecinos, vi impotente como varios terminaban ‘desertando’ por culpa de varios focos que ofrecían una luz intermitente. Aunque los gestores de la asociación me aseguraron que cambiarían la iluminación por unos Paneles LED, esto nunca se llevó a cabo y la actividad fracasó.
Cuando hablo con algunas personas que quieren lanzarse a la organización de actividades docentes por cuenta propia les resulta curiosa la importancia que yo atribuyo a este tipo detalles que parecen menores. Pero por mi experiencia he llegado a la conclusión de que un 60% del tiempo se dedica a tareas organizativas, entre los que se incluye algo tan poco cultural como instalar unos Paneles LED para mejorar la iluminación de un aula, y un 40% a las tareas propiamente didácticas.
Por todo ello, desde hace años, y una vez aprendida dos o tres lecciones sobre este trabajo, busco con mimo aulas para desarrollar mis actividades y trato de tener una relación cordial y directa con los arrendadores de los espacios que, por otro lado, se llevan buena parte del presupuesto de que se destina a la organización de una actividad.