Nunca pensé que llegaría el día en que me vería cambiando el bombín de la puerta de mi casa en pleno centro histórico de Santiago de Compostela. Todo empezó una tarde lluviosa —como tantas aquí—, cuando noté que la llave empezaba a girar con dificultad. Al principio lo dejé pasar, pero después de un par de sustos en los que la puerta casi no abría, decidí que era hora de invertir en un bombín de seguridad en Santiago de Compostela.
Salí a dar un paseo por las calles empedradas, buscando una ferretería de confianza. Entre el olor a castañas asadas y el sonido de las gaitas, encontré un pequeño local atendido por un señor mayor que, sin apenas preguntarme, ya me estaba explicando la diferencia entre un bombín convencional y uno de alta seguridad con sistema antibumping. Me convenció enseguida: en una ciudad tan turística como Santiago, la tranquilidad no tiene precio.
De vuelta en casa, saqué las herramientas. Primero quité el embellecedor y el tornillo que sujeta el bombín en el lateral de la cerradura. Con un leve giro de llave, el viejo cilindro salió. Al sostenerlo en la mano, me sorprendió lo ligero y simple que era; entendí por qué era tan fácil de forzar. Coloqué el nuevo bombín con paciencia, asegurándome de que encajara perfectamente. Ajusté el tornillo y comprobé varias veces que la llave girara suave y firme.
Mientras trabajaba, escuchaba de fondo las campanas de la Catedral marcando la hora. Me hizo gracia pensar que, aunque vivamos en una ciudad donde el tiempo parece ir más despacio, la seguridad no puede quedarse anclada en el pasado. Terminé la instalación, probé la llave desde fuera y cerré la puerta con una sensación de alivio.
Esa noche, mientras la lluvia repiqueteaba contra las ventanas y el viento soplaba por las callejuelas, me sentí más tranquilo que nunca. El nuevo bombín no solo era una pieza de metal, sino una pequeña garantía de que mi hogar estaba protegido.
En Santiago, las puertas guardan historias de siglos, y aunque la mía no tenga tantas, ahora sé que está preparada para resistir el paso del tiempo… y a quien intente forzarla.