Ya está, hasta aquí hemos llegado: estoy harto de estar haciendo las maletas nada más llegar a cada nueva casa. La vida del inquilino es un poco estresante cuando cambias mucho de casa, de forma que al final te acostumbras a tener lo mínimo y evitar todo lo superfluo. Todo esto se agradece a la hora de hacer una mudanza: diez cajas son menos que veinte. Hasta tal punto había llegado mi obsesión con lo de los cambios de piso que esta última vez decidí no abrir algunas cajas. Ya van para tres años 8 cajas sin abrir en el trastero de la última mudanza. ¿Y qué hay en ellas? Ni lo sé, pero no debe ser muy importante porque ni lo recuerdo.
Pero esta situación ya cansa. Mi mujer y yo hemos decidido que el tiempo que sigamos viviendo en esta casa trataremos de que hacerla nuestra, decorarla un poco incluso tirar la casa por la ventana colocando algún cuadro. Nunca he usado un taladro en mi vida, nunca he colgado un cuadro, pero tengo dos láminas desde hace un montón de tiempo que merecen una oportunidad.
¿Y la entrada? Los zapatos los tenemos puestos por ahí de cualquier manera porque tenemos reparo a comprar muebles que luego no nos sirvan para otras casas. Pero esto también tienen que cambiar. No puede ser que usemos cajas de cartón para guardar zapatos o como mesilla de noche. Tiene que haber un término medio entre ir de un lado a otro con la casa a cuestas y vivir en pisos vacíos. Así que vamos a comprar muebles de entrada modernos para que el hall sea un poco más hogareño.
¿Y qué haremos con todo esto cuando cambiemos de piso? Porque seguro que vamos a cambiar algún día… Lo primero será comprobar si lo podemos usar en la siguiente casa porque nunca se sabe. Cuando los pisos están vacíos siempre falta algo. Recuerdo incluso que un día estuvimos a punto de alquilar un piso sin nevera… Seguro que a los muebles de entrada modernos les podemos dar alguna salida. Y si no, pues habrá que vender, que tampoco es el fin del mundo.