Mis primeros pasos de bricolaje: Aprendiendo a colocar un pasamanos en Lugo

Siempre me ha gustado la idea de ser capaz de arreglar cosas por mí mismo, de no depender siempre de terceros para pequeñas mejoras en casa. Mi último proyecto, un pasamanos en la escalera de mi piso aquí en Lugo, se ha convertido en mi nueva aventura de bricolaje. La escalera necesitaba un punto de apoyo más seguro, y decidí que, en lugar de llamar a un profesional, intentaría colocarlo yo mismo. Así empezó mi proceso de aprendizaje.

Lo primero fue la teoría. Pasé horas viendo tutoriales en YouTube. Es increíble la cantidad de conocimiento práctico que se puede encontrar online. Aprendí sobre los diferentes tipos de pasamanos, los materiales (madera, metal), los tipos de soportes y, lo más importante, cómo calcular la altura correcta y el espaciado ideal entre soportes. También me informé sobre los distintos tipos de fijaciones según el material de la pared; no es lo mismo taladrar en pladur que en ladrillo macizo, algo que tengo que tener muy en cuenta en un edificio antiguo como el mío aquí en Lugo.

Después de la teoría, llegó la parte práctica, que es donde realmente se aprende. Con el pasamanos y los soportes comprados, me enfrenté a la escalera real. Medir con precisión, marcar los puntos donde irían los soportes, asegurarme de que la línea estuviera perfectamente recta y a la altura correcta en cada escalón… parece fácil en los vídeos, pero hacerlo tú mismo, asegurándote de que todo cuadra, requiere concentración y paciencia. Recuerdo la primera vez que sujeté el taladro para hacer el primer agujero; una mezcla de determinación y un poco de miedo a equivocarme.

Taladrar en las viejas paredes de mi piso en Lugo presentó sus propios desafíos, pero poco a poco fui cogiendo el truco. Asegurar cada soporte, comprobando el nivel constantemente, es fundamental para que el pasamanos final quede firme y recto. Es un trabajo que ensucia, que requiere esfuerzo físico, pero cada soporte bien anclado me da una pequeña dosis de satisfacción. Ver cómo la estructura va tomando forma en la escalera es muy gratificante.

Todavía estoy en ello, aprendiendo sobre la marcha y enfrentándome a los pequeños imprevistos que surgen en cualquier proyecto de bricolaje. Pero la experiencia de estar colocando este pasamanos en Lugo con mis manos, entendiendo cada paso del proceso y viendo el resultado tangible, es tremendamente enriquecedora. Sé que al final, cuando esté completamente instalado y barnizado, será más que un simple elemento de seguridad; será el símbolo de una nueva habilidad aprendida y de un proyecto en mi hogar lucense completado por mí mismo.