¿Por qué las Cíes son apodadas la ‘Isla de las Gaviotas’?

Las Islas Cíes han recibido multitud de sobrenombres a lo largo de su historia: las Casitérides, las Siccae, las Islas de los Dioses, etcétera. Sin embargo, los viajeros interesados en comprar billetes cies conocen este archipiélago por otro apodo más enigmático: la Isla de las Gaviotas.

Cuando se visita por primera vez el Parque Natural de las Islas Atlánticas —del que forman parte las Cíes y otras islas como Ons, Sálvora y Cortegada—, llama la atención la fauna aviar tan densa y variada que habita este archipiélago. Sorprende la abundancia de una especie en particular: la gaviota patiamarilla.

Esta especie de ave, clasificada formalmente como Larus michahellis, ha fijado en las Cíes una de las mayores colonias del mundo. De hecho, el número de ejemplares registrados llegó a superar los veinte mil en su un punto más álgido. Es por ello que las Cíes son todavía apodadas, con toda justicia, como la Isla de las Gaviotas.

A diferencia de otras especies isleñas, las patiamarillas pueden interactuar con los turistas. Con frecuencia, se aproximan a ellos en busca de alimento fácil y rápido, que el viajero responsable debe negarle, para no alterar la alimentación de la fauna autóctona.

En los meses de julio y agosto, cuando se extiende el periodo de cría, las poblaciones de gaviotas pueden mostrar un comportamiento algo agresivo y ser molestas para los viajeros.

Y es que las patiamarillas pueden ser extremadamente protectoras con sus polluelos. Es común que ciertos ejemplares sobrevuelen las zonas de cría, a la espera de depredadores como las urracas, que devoran sus huevos. Por esta razón, los turistas pueden vivir momentos de hostigamiento muy puntuales si transitan cerca de los nidos de gaviota, pero en modo alguno representan una amenaza, ni puede hablarse de «ataques».

Cabe destacar que las Cíes, conjuntamente con la Ons, están catalogadas como áreas ZEPA (Zonas de Especial Protección para las Aves). Este reconocimiento se remonta a fines de los años ochenta y pone de manifiesto la preocupación de la sociedad con la naturaleza.