No sé de dónde lo ha sacado, pero nuestro segundo hijo es un auténtico gourmet, nada que ver con su hermano mayor. En cuanto a nosotros, sus padres, pues nos gusta comer bien, claro, pero tampoco es que seamos unas personas demasiado sofisticadas. Pero este niño va para gastrónomo, crítico de cocina o algo parecido. Porque lo que es cocinar, tampoco le llama mucho la atención. Le gusta mirar, eso sí: cuando estamos en la cocina, se acerca y pregunta sobre cómo se cocinan las cosas, pero al menos de momento no le gusta intervenir.
A la hora de comer es cuando llega su gran momento. Se lo toma con mucha calma degustando cada plato. Lo más sorprendente es que disfruta mucho de probar cosas nuevas, algo que no suele ser habitual entre chicos de su edad. Si tenemos en casa unas Puntillitas gourmet en su tinta porque mi mujer se ha acercado a la tienda gourmet que tenemos cerca de casa, no tiene ningún reparo en probarlas. Bien es cierto que no le gusta todo lo que come, pero sí que muestra interés por cualquier plato que se salga de la norma.
Solo hay una cosa que creo sí es típica de niño: le encanta comer con la televisión puesta. Ya sería mucho pedir que además nos invitara a apagar la tele para concentrarnos en la comida. Además, tienen que ser dibujos, generalmente en esto sí está de acuerdo con su hermano mayor. Pero al contrario que él no devora los platos en un santiamén: cuando el hermano mayor ya está tirado en el sofá haciendo la digestión, él todavía está en el segundo plato… a veces incluso en el primero.
Todo esto empezó un poco con la fruta, antes de lanzarse a comer Puntillitas gourmet en su tinta, experimentó mucho con la fruta. Fue por una coincidencia. En casa teníamos un catálogo especial de frutas exóticas y se empezó a interesar por él. Y como coincidió que tenemos una tienda gourmet cerca de casa en la que venden muchos productos de importación le podíamos comprar algunas de esas frutas curiosas, sobre todo tropicales u orientales que no se pueden encontrar en un supermercado normal.