Mi madre es de esa generación que idolatra a los médicos, como si fueran magos que preparan sus potingues en una olla y sanan a la gente por algún tipo de don divino. Cada vez que le comento que me duele algo, me dice que si ya he ido al médico. La secuencia es un poco aburrida: me manda un wasap preguntándome qué tal. Yo soy una persona muy sincera y me cuesta una barbaridad mentir, aunque sean las mentiras piadosas. Y entonces le respondo que me encuentra mal, que me duele tal cosa. Y entonces me dice si fui al médico, yo le digo que no, y ella me dice que vaya.
Yo creo que debido a esta pasión por los médicos que tienen mis padres yo siempre les he tenido un poco de tirria. Así que casi siempre exprimo cualquier otra opción antes de ir al médico. Pero esta vez ha sido diferente. El asunto se ha puesto serio y llevo una temporada de médicos.
Tal vez por ello me guste tan poco ir al médico, por la incertidumbre de si me encuentran algo y de que ese ‘algo’ cambie mi vida por completo. En este sentido sí que soy un poco inconsciente, supongo que debo darle la razón a mi madre. La última vez que estuve en el ginecólogo me hablaron de cancer cervical sintomas y que debía hacer pruebas. Se me vino el mundo encima: una nunca está preparada para esta clase de cosas.
Llevo una vida bastante normal, pero soy muy independiente. He tenido algunas relaciones cortas, pero no me va eso de tener novio. Lo que opina mi madre de esto, sería otra historia diferente… Trabajo mucho y me gusta, hago deporte y salgo con amigas de vez en cuando. No me gustan los problemas, los rehúyo, pero ahora toca afrontar uno de los gordos.
Es cierto que todavía no sé nada seguro. Estoy en fase de pruebas. No soy de las que pregunta demasiado: la ginecóloga me dijo que había que hacer determinadas pruebas debido a cancer cervical síntomas, me explicó lo que podía suponer, me animó bastante ya que, al parecer, en caso de aparecer el cáncer, no es de los más problemáticos. Y ahora toca esperar.