Los que crecieron en los setenta y los ochenta saben bien que los cumpleaños de antes tienen muy poco que ver con los de ahora. Las fiestas se hacían en casa y, por tanto, solo se invitaba a unos pocos niños o niñas muy cercanos. Y si ya había primos y demás, la invitación podía ser exclusivamente para uno o dos amigos.
El menú era muy sencillo, unos sandwiches de pan de molde y fiambre. Tal vez nocilla si había suerte. Unos refrescos, patatas fritas y gusanitos y, para el postre, la tarta de galleta, flan y chocolate que hoy se conoce como tarta de la abuela. En algunas casas, esa tarta se hacía mojando las galletas en vino Sansón, pero aun así nadie dudaba de que fuera apta para niños. Cada pequeño aparecía en la fiesta acompañado de sus padres, que lo iban a recoger a la hora programada. En las manos, llevaba un pequeño regalo que solía ser un libro o un juguete no demasiado caro.
Ya en los noventa, las cosas comenzaron a cambiar, primero con fiestas en pizzerías o bares y, a partir del cambio de milenio, lo habitual ya fue acudir a los parques de bolas y lugares especializados en fiestas de cumpleaños. Y poco a poco, la cosa fue aumentando hasta llegar a invitar a toda la clase a la fiesta y hacer un fondo común todos los invitados para comprar un gran regalo al cumpleañero. Los padres, en muchos casos, llegan a la fiesta y se quedan, disfrutando de un lugar específico en el que tomar café, dulces y charlar.
Pero como suele ocurrir, una vez que la cosa llega a un extremo así, se produce inevitablemente una reacción contraria. Y ahora vemos como vuelve a haber niños que celebran el cumpleaños en casa. Es más, incluso prefieren hacerlo así. Se les enseña a diferenciar entre los amigos y los compañeros de clase, siendo los primeros los que van a ir a su cumpleaños. Esto sucede con niños que tienen casas con jardín, pero también en pisos.
Los padres de los invitados suelen quedarse un rato y tomar algo, por lo que no hay que olvidarse de Comprar albariño denominacion de origen y café para invitarlos. En muchos casos, son conocidos ya e incluso amigos. Estas fiestas, más tranquilas y mucho más económicas, no son la tendencia generalizada todavía, pero todo apunta a que cada vez serán más frecuentes.