Siempre me había sentido un incomprendido. ¿Cuántas veces escuché en mi casa aquello de ‘por qué no te compras unos zapatos’? Bueno, sí tenía zapatos pero a mí lo que me gustaban eran las zapatillas, o ‘playeros’ como lo llamamos en mi tierra. Una de las primeras cosas que aprendí al salir de mi casa es que es muy probable que pocos te entiendan cuando hablas de playeros… Pero yo seguía sin querer saber nada de los zapatos.
En mi fuero interno suponía que de alguna manera me estaba condenando a un submundo de desarrapados sin una pizca de elegancia por mi empecinamiento en llevar zapatillas. Pero es que nunca me sentí natural con unos zapatos ni unas botas. De hecho, algunas botas sí me gustan estéticamente y tengo unas bastante caras en el armario… que rara vez pongo. Y es que, en cuanto me calzo las botas y salgo a la calle me siento pretencioso, como si fuera una reunión o una entrevista de trabajo. No son para mí…
Pero en el siglo XXI, la historia ha cambiado. Hasta firmas de lujo sacan sus ‘playeros’ con un precio exorbitante, por supuesto. Y otras firmas nacen con el deseo de cambiar la historia de este sector. Es el caso de beflamboyant, que descubrí trasteando por la web y me encantó. ¿Unas zapatillas veganas y sostenibles? ¿Es eso posible? A ver, que no se trata de que hagamos como Chaplin en La quimera del oro y nos comamos las zapas, sino de que este producto es respetuoso tanto con los animales como con las comunidades productoras de materias primas para la industria del calzado.
El mundo cambió y las zapatillas también: en beflamboyant son conscientes del tremendo impacto medioambiental (la denominada huella de carbono) de la industria de la moda y se han planteado cambiar radicalmente la forma de producir prendas de vestir. ¿Y por qué no unas zapatillas (o sneaker, cómo se dice ahora) respetuosas con el medio ambiente? Pero guapas, porque de eso se trata también, ¿no? De sentirse a gusto con la moda… y con uno mismo.